No hace tanto... poco para el tiempo, mucho para nosotros, que los hombres y mujeres entonces practicamente mudos, no dejaban de buscar el sol. Lo anhelaban por las noches, pues de la oscuridad escapaban encerrándose en sus cuevas de piedra, y no contemplaban los pequeños luceros de la noche. Lo buscaban al atardecer, intentando atrapar algo allí a lo lejos, extendiendo sus brazos y sus manos, como si éste pudiese tocarse y pararse en el horizonte. No hace tanto... poco para el tiempo, mucho para el hombre, que éstos buscaban el sol incluso en el suelo; pues el fuego creían que era parte de ese sol que se había desprendido y cuando notaron en sus carnes que quemaba, lo temieron en principio y lo adoraron después.Y así se llevaron ese pequeño sol a sus cuevas de fría piedra, iluminando y calentando sus ojos y sus cuerpos.
Hace tan poco...poco para el tiempo y para nosotros, que los hombres ahora unidos por todo tipo de lenguajes tanto hablados como virtuales, y llenos de un supuesto conocimiento; seguimos buscando el sol que ilumine nuestras frías cuevas del alma. Y de vez en cuando encendemos una llama tenue para avivar el espíritu.
Nos separan muchos años de unos a otros, pero seguimos buscando lo mismo. Solo que aquellos en sintonía y nosotros desintonizados.
Espero que algún día, veamos ese sol de la tarde y lo intentemos tocar de verdad, como se tocan las cosas que no pueden tocarse, y al cerrar los ojos notar una llama ardiendo en el interior...
No hace tanto...o hace tanto, poco para el tiempo, mucho para nosotros.
El sol, la tarde, la llama,...tu sol, tu tarde, tu llama. Intenta retenerlo en tus manos, y quizás lo guardes hasta la mañana siguiente y puedas salir junto a él
Por Jordi Luna
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